Chupábamos carámbanos debajo del tejado,
en aquel dulce invierno de leña y de tertulias.
Después, la primavera reventaba de aromas
el camino
y en julio los cerezos se llenaban de vida.
¿Recuerdas el verdor de aquellas tardes?
El viento entre los pinos silbaba nuestros nombres,
tú tenías entonces trece sueños
y yo catorce y medio aquel verano.
Se apaga en el recuerdo el tiempo de inocencia
–las sombras del ayer habitan el olvido–.
Perdimos esa guerra.
La vida era otra cosa.
Hoy duele el corazón de tantas despedidas.
(ACP)
Foto: ACP
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